A los 11 días de estar en Ecuador llegó el día del estreno, que se realizó en el teatro de la Facultad de Artes de la Universidad Central de Ecuador, en el marco de un proyecto llamado Academia en Escena, realizado por un profesor e impulsado por los estudiantes. Nosotros estuvimos nerviosos toda esa mañana, se notaba porque estábamos bastante callados y, seguro, estábamos recordando elementos, textos, acciones para que todo saliera bien. Durante todo el montaje nos ayudaron Diego y Santiago (La Bestia y El Miedo) dos alumnos de Patricio que intervinieron en la obra para ayudarnos a subir y bajar una boya. Ellos realmente nos cayeron muy bien, son personas serviciales, sonrientes, conversadoras y estaban emocionados por poder ayudarnos, pues se les notaba en los comentarios que nos hacían que les sorprendía cómo se realizaba el teatro fuera de las aulas de clase, con ellos mucha gratitud. Bien. Una vez hecho el montaje y grabadas las luces, no era sino esperar el día siguiente para el estreno.
Como decía estábamos nerviosos y “para colmo de peras en el olmo” Patito le entregó a Elkin un texto que escribió mientras nos disponíamos para la obra y que debía decir, así sin haberlo ensayado, fue tensionante. Era natural nuestra tensión pues esta obra la estuvimos montando en dos espacios diferentes y su estreno se realizó en otro teatro, reafirmando esa condición híbrida de Los pájaros de la memoria. Ese teatro tiene capacidad para doscientas sesenta personas y se llenó y otras personas no alcanzaron a entrar. El público estuvo muy conectado con la obra, lo sé por los comentarios que nos hicieron y porque desde la cabina técnica pude notarlo.