Nuestra próxima función fue dos días después en Espada de Madera, ya más tranquilos porque conocíamos el espacio. Sin embargo Patito fue insistente en marcar algunas cosas que había notado en la primera función, por lo que nos afinó unos detalles que solo una mirada externa puede tener. En aquel teatro también llenamos la sala y la obra salió con muy buen ritmo, sin embargo Patito volvió a insistir en algunos detalles concretos de lo técnico, la actuación, mirada al público y sobre todo en dejar los silencios cuando el público se riera “no somos nada para cohibir la risa del otro”, nos dijo.
Por último presentamos en Malayerba, responsabilidad grande para los grupos pues este escenario es fundamental para el desarrollo del teatro en latinoamérica, así que nuevamente con toda la disposición nos enfrentamos a un escenario importante. Allí salió muy bonita la obra, recibimos buenos comentarios, además entre el público tuvimos puertorriqueños, colombianos (alguien de El Carmen) y ecuatorianos. Salimos muy contentos de Malayerba y con la sensación de haber cumplido nuestro deber: terminar un montaje y tres funciones en Ecuador en quince días, se entenderá el descanso que tuvimos cuando terminó la obra.
Con Pato aprendimos mucho y seguimos construyendo ese aprendizaje. La idea es seguir proyectándonos con esta obra internacionalmente porque ha movilizado muchas voluntades y va a seguir creciendo, lo que le va a dar mucho más nivel a las obras que tenemos en repertorio. Las personas que han hecho posible esto nos han dado una experiencia sin igual. A Beronica Rojas, a Verónica Marín, a Alejandro Quintero, a Sebastián Londoño, a Camilo Montoya, a Julián Rodríguez, a Mauricio Betancur, a Fabián Rendón, a Carlos Soto, a Elkin García, a Santiago Montoya, a Patricio Estrella, al Miedo y la Bestia, a Gesse, todos estos pájaros que vuelan por los diferentes caminos del arte, están en nuestra memoria y es la mejor forma de mantenerles vivos, mil y mil gracias.
